domingo, 22 de abril de 2012

El planeta que sueña Isabel

Capítulo 6



               Ramón el padre adoptivo de Isabel, recibía en su casa a un alto funcionario del gobierno, para entregarle una importante suma de dinero a cambio de recibir beneficios para su empresa, que se dedicaba a elaborar derivados lácteos, es así cómo acaparaba la venta de sus productos, ella ajena a todo esto, disfrutaba de las comodidades en medio del lujo donde habitaba. Todas las noches en sus sueños se trasladaba a un planeta fuera de nuestro sistema solar, cuyos habitantes vivían en paz y armonía, poseían una ciencia muy avanzada, no tenían fronteras puesto que era una sola nación, tampoco usaban dinero, por tanto, no existían bancos, ni partidos políticos, no los necesitaban, elegían al más sabio en conocimiento y con mucha bondad en su corazón, a pesar de su corta edad asimilaba sus vivencias en este planeta, al despertar se acordaba de cada detalle, cada palabra y se comunicaba con ellos porque había aprendido su lengua, su estatura media era de dos metros, podían cambiar el color de su piel o ponerla transparente como si estuvieran hechos de agua; sus viviendas eran al mismo tiempo, naves de forma esférica y ovalada como un huevo, se encontraban en cualquier sitio, en la superficie, en el aire, en el mar, dentro del mar. En sus bases interplanetarias, Isabel a veces solía ver llegar a hombrecitos de treinta centímetros y a gigantes de cinco metros de estatura. Las ciudades eran construidas con mucho arte, por doquier se apreciaban edificios que parecían esculturas en movimiento, proyectaban en el espacio como si fueran lienzos tetra dimensionales, obras de gran tamaño y de múltiples colores. Desde muy pequeños eran educados e instruidos de manera individual y especial, desarrollaban sus capacidades creativas de acuerdo con las habilidades que demostraban tener. No existían lo mío ni lo tuyo, todos disponían de todo lo que  producían. Isabel no comentaba nada a nadie de sus sueños, porque sabía que no la entenderían, su mundo era algo único que solo ella comprendía, al despertar, inmediatamente hacía una retrospección de todo lo soñado y lo anotaba en su diario. 



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